
Alguna vez, en un mágico bosque, existió una bella planta, a la cual Xochiquetzal, la Diosa de las flores, le había encomendado la tarea de mantener toda la estabilidad de aquel hermoso lugar.
Desde entonces, la hermosa planta, cumplía su misión lo mejor posible, cuando amanecía bailaba con el sol, para procurar los mejores rayitos de luz, conversaba con la lluvia para que sus gotas fueran buenas y suaves y no dañaran a las demás flores, ni a los nidos de gorriones, todo era muy armonioso y pacifico
Cierto día, una malvada hechicera, con el afán de controlar aquel bosque, hechizo a la planta, la lleno de plagas que desprendían enfermedades para los demás animales, algunos quedaban ciegos, otros se convertían en hongos tóxicos que contagiaban a mas, y podrían a los arboles, las aves, perdieron sus melodiosos cantos, y sus plumas se convirtieron en serpientes que provocaban su caída, y los restantes fueron esclavizados por un grupo de gnomos.
Todo esto empeoraba cada vez más, el sol había enfurecido, y sus rayos penetraban en lo más profundo, la lluvia hería sin compasión alguna, derribaba nidos y madrigueras.
Pero Xochiquetzal, que observaba a lo lejos, sonorizo a los peces del lago, para que estos avisaran a los espíritus del bosque y sanaran a la planta, los peces aceptaron, sabían que sin los de afuera, el bosque jamás seria igual, tampoco verían a aquellas mariposas volar, y las ardillas, nunca más les contarían aquellas aventuras que se vivían en la tierra. Con una gran esperanza se dirigieron con los espíritus, al principio ellos se negaban a hacer algo, ya que decían que para ellos solo bastaba la alegría de lo que antes fue, pero al observar toda esa tristeza que venía ahora del bosque, se convencieron de hacer algo. Acudieron entonces esa misma noche con la flor, la elevaron lentamente hasta que tuvo contacto con el cielo, las estrellas rociaron sus polvos sobre ella, logrando que floreciera como antes y aun mas hermosa, y llevándola nuevamente al centro del bosque, esta libero una luz resplandeciente que despertó toda la felicidad y alma del bosque, ahora se respiraba un aroma de libertad, esperanza y amor, lo cual, la hechicera no pudo soportar, y con un grito aterrador, se desintegro volviéndose únicamente humo.
Al ocurrir esto, los animales quedaron sanos, y haciendo una gran fiesta juraron no olvidar nunca, que ese día la magia, la constancia, la unión y la bondad les habían regalado otra oportunidad.
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